Esta entrada del blog apareció en el Huffington Post el 22 de septiembre de 2015.
Al revisar el rendimiento, los resultados reales frente a los presupuestados, o los logros de un nuevo proyecto, cuando hay una desviación de lo deseado, es decir, cuando hay un error, la gente te da una explicación de por qué ha ocurrido y cree que se ha librado.
Considero que tales explicaciones son excusas: "Aquí está la razón por la que no se pudo hacer... Aquí están las razones... Lo siento". Etc.
Y a ti, como líder, te queda creer su explicación, o si no, considerar a la persona culpable de incumplimiento y encontrar una manera de castigar o no recompensar a la persona(s).
Todo mal. Un problema, un error del que no aprendimos se repetirá.
Todas las desviaciones de lo deseado, todos los llamados problemas, deben ser invitaciones para aprender.
Así que hazte la pregunta:
¿Qué es lo que nosotros o yo no hicimos, bien o mal, que causó el problema? ¿Cómo podemos evitar que este problema se repita?
Haz este ejercicio como un proyecto de equipo. Te sorprenderá la cantidad de buenas ideas que surgirán y, cuanto más grave sea el problema, más valiosos serán los resultados del ejercicio.
En otras palabras, en lugar de preguntarse por qué tuvimos la desviación, por qué nació el problema, lo que hará que la gente dé una explicación y, por tanto, excusas, hay que preguntarse para qué tuvimos ese problema, qué podemos aprender del problema para que no se repita. Cuando se hace eso, el problema se convierte en una oportunidad. Para aprender. Para mejorar.
No se aprende del éxito. Se aprende de los fracasos si estás dispuesto a analizar en qué te equivocaste, y por qué, y qué puedes hacer mejor la próxima vez.
Admitir que se puede hacer mejor la próxima vez, que se ha aprendido de los errores del pasado, requiere valor. También requiere una cultura organizativa en la que los errores se consideren una oportunidad para aprender y no para castigar.
Tomemos a un atleta. Su objetivo es rebajar diez segundos su récord anterior en una carrera de cien yardas.
No lo consiguieron; otro ganó el primer puesto. ¿Qué debe hacer un buen entrenador?
¿Gritar y castigar al atleta por no tener éxito? (Esto no es tan raro como podría parecer. Sé de un entrenador que realmente fue a golpear al atleta por no llegar al primer puesto).
Un buen entrenador habría grabado en vídeo la carrera y posteriormente habría analizado lo que se puede aprender de la experiencia. Lo que su atleta debería hacer mejor la próxima vez. Así es como se mejora.
El éxito no es lo poco que te caes. Es lo rápido que te levantas. Y lo mucho que has aprendido de la caída para no repetirla.
En otras palabras, está bien fallar una vez y aprender de ello. Pero no vuelvas a repetir el mismo error porque, si lo haces, significa que no aprendiste de la primera experiencia y ahora nos preguntamos si eres capaz de aprender. Y sólo eres tan bueno como seas capaz de aprender y mejorar.
En mi experiencia de contratación busco personas con experiencia. ¿Qué significa eso?
Han tenido muchos fracasos y han salido ganando. No los que tuvieron fracasos y siguieron siendo fracasados. Esos son los que no aprendieron.
Sólo pensaba.